El enfoque pedagógico de Dewey


Dewey comenzó a interesarse por la teoría y las prácticas educativas desde que estaba en Chicago. Fue en la escuela experimental que creó en esa misma universidad cuando comenzó a contrastar los principios educativos. El pedagogo concebía la escuela como un espacio para la producción y la reflexión de las experiencias relevantes de vida social. Era esto, según él, lo que permitía el desarrollo de una ciudadanía plena.
John Dewey pensaba que lo que se ofrecía en el sistema educativo de su época no era suficiente para proporcionar una preparación adecuada, que se ajustara a la vida en una sociedad democrática. Es por ello que el llamado «método experimental» de su pedagogía estaba basado en una educación que marcaba la relevancia de factores como la destreza individual, la iniciativa y el espíritu de empresa. Todo esto en detrimento de la adquisición de conocimientos científicos. De hecho, su visión de la educación tuvo una gran influencia en los cambios que experimentó la pedagogía de Estados Unidos a principios del siglo XX.
Muchos estudiosos sitúan el enfoque pedagógico de Dewey en un punto intermedio entre la pedagogía conservadora que se centraba en el currículum y la pedagogía que se centraba en el alumno. Y es que, aunque Dewey centraba la pedagogía en el niño y en sus intereses, también resaltaba la necesidad de relacionar estos intereses con los contenidos sociales definidos en el currículum escolar. Esto significa que aunque debe valorarse la destreza individual, estas características no constituyen un fin en sí mismas, sino que deben servir como posibilitadoras de acciones y experiencias. Y en este caso la función del maestro sería explotar tales habilidades. Para entender las ideas pedagógicas de Dewey es esencial tener en cuenta la posición instrumentalista en la que se basaba su pensamiento filosófico. Según su planteamiento, el pensamiento es básicamente una herramienta que les permite a las personas actuar sobre la realidad, al tiempo que se nutre de ella. Ello significa que el conocimiento no es más que el resultado de las experiencias de las personas con el mundo. En pocas palabras, el conocimiento es simplemente un pensamiento que primero pasa por la acción.
Dewey planteaba que el aprendizaje, tanto de niños como de adultos, se lograba a partir de la confrontación con situaciones problemáticas. Y que estas situaciones aparecían como consecuencia de los propios intereses de la persona. Se concluye entonces que para aprender es obligatorio tener experiencias en el mundo.
En cuanto al rol del docente, Dewey afirmaba que este era quien debía encargarse de generar entornos estimulantes para el alumno. Al hacerlo, el maestro podía desarrollar y orientar la capacidad de los alumnos para actuar. Esto debía ser así porque para Dewey los alumnos son sujetos activos.
Aunque defendía la pedagogía centrada en el alumno, entendía que era el maestro quien debía hacer el trabajo de conectar los contenidos presentes en el currículum con los intereses de cada uno de los alumnos. Para Dewey el conocimiento no podía ser transmitido de forma repetitiva, ni podía ser impuesto desde afuera. Decía que esta imposición ciega de los contenidos hacía que el alumno perdiera la posibilidad de comprender los procesos que se llevaban a cabo para lograr la construcción de ese conocimiento. Uno de los postulados más relevantes de Dewey sobre la educación fue precisamente el rol que tenían los estudiantes en el aprendizaje. El pedagogo afirmaba que no podía considerarse a los niños como pizarras limpias y pasivas en las que los maestros podían escribir lecciones. No podía ser de esta manera porque al llegar al aula, el niño ya era social mente activo. En este caso el objetivo de la educación debía ser el de orientar.
Dewey señalaba que al comenzar la escolaridad, el niño lleva cuatro impulsos innatos:
Ø El primero es el de comunicar,
Ø El segundo es el de construir
Ø El tercero es el de indagar
Ø El cuarto es el de expresarse.
Por otro lado, también hablaba de que los niños llevan con ellos intereses y actividades de su hogar, así como del entorno en el que viven. La tarea del maestro es entonces la de utilizar estos recursos para orientar las actividades del niño hacia resultados positivos.

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